jueves, 2 de septiembre de 2010
CUANDO ARICA TUVO DOS ALCALDES NEGROS
Corría el año 1619 en el Corregimiento de Arica, y se encontraban vacantes dos cargos para Alcaldes de la ciudad. Estos puestos no eran como los actuales, sino que más bien se encargaban los nombrados de administrar justicia. Y también eran de mucho honor, tanto que los recurrentes debían dirigirse a estas personas a cabeza descubierta, es decir, quitándose el sombrero.
El Alguacil Mayor de la ciudad, hombre de mucho dinero e influencias, tenía gran interés en colocar en dichos cargos a miembros de su familia, como ya lo había hecho en otros puestos, lo que producía el natural enojo de muchos vecinos de la villa. Se dirigió este hombre al Corregidor, - quien tampoco le tenía muy buena voluntad, - para solicitar el apoyo a sus protegidos, recibiendo de este una negativa rotunda, diciéndole incluso que prefería nombrar a dos negros antes que acceder a lo requerido por el Alguacil.
Dicho y hecho, llegado el día de la elección, a pesar de todas las maquinaciones del Alguacil, el Corregidor se las arregló para obtener que el Cabildo nombrara a dos vecinos “negros”. Había en la época alrededor de unos mil afrodescendientes esclavizados en la zona, más una centena de personas libres., quienes dedicados con esfuerzo al comercio y otras labores, se habían ganado el respeto de los habitantes. . Entre ellos se contaba uno de apellido Anzúres, y un compadre de éste, cuyo nombre las crónicas no cuentan. Fueron ambos favorecidos con el nombramiento del Cabildo, y asumieron su cargo, y dice la tradición que lo ejercieron con toda rectitud y sabiduría.
Sin embargo, el Alguacil Mayor, despechado por la derrota sufrida y descontento por no poder colocar a sus parientes, emprendió el largo viaje a la capital del Virreinato, la ciudad de Lima, para llevar su queja ante el propio Virrey. Seis meses después, volvió a la ciudad, - no eran los tiempos de viaje muy cortos en aquella época,- y orgulloso exhibió ante las autoridades un pliego firmado por Don Francisco de Borja y Aragón, Príncipe de Esquilache, conde de Mayalde, Virrey del Perú, - a quien la historia trata de sumamente corrupto,- en el cual se ordenaba perentoriamente que el Cabildo se abstuviera de nombrar en lo sucesivo a esas autoridades, y ordenando “se les quitara la vara” a los elegidos, Anzúres y su compadre.
Así finalizó el breve tiempo en que dos afrodescendientes fueron Alcaldes de Arica, en plena Colonia, cargos que desempeñaron a total satisfacción de los vecinos, aunque pudo más el valimiento y dinero del Alguacil Mayor. Como sucede muchas a través de la historia.
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