Son las ocho de la noche y la gente poco a poco comienza a llegar a la Iglesia de San Miguel de Azapa. Por el camino que conduce al templo, avanzan las familias portando cruces, unas pequeñas y simples, otras de buen tamaño y muy ornamentadas. Es el día 3 de Mayo, y se da comienzo a la presentación de las Cruces, cada una de propiedad de alguna familia o agrupación. Alguna se acompaña con los jóvenes músicos de un liceo de la localidad, quienes ingresan a la iglesia y se retiran retrocediendo, para no dar la espalda al emblema sacro.
La tradicional Fiesta de la Cruz de Mayo se celebra en la Región, en los valles rurales y en los pueblos. Se cumple con la tradición ancestral cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos . Una devoción producto ,con toda probabilidad ,del sincretismo de la fe católica traída por los colonizadores, con las antiguas creencias de los pueblos precolombinos que hacían rogativas por las cosechas.
La tradición es seguida por las comunidades aymaras y por los afrodescendientes. La Cruz está situada en lo alto de un cerro cerca del predio de la familia que le rinde culto, y es bajada a comienzos del mes,llevándola en procesión acompañada de cánticos, hasta la casa o local familiar donde se le rendirá veneración. Se le prepara y engalana una mesa con mantel blanco, que hace las veces de altar, adornada con frutas y verduras, especialmente de las que son de la producción de la parcela: aceituna, caña de azúcar, pacay, ciruela, etc. Allí las familias se reúnen a cantar y orar, pidiendo por el bienestar de los integrantes y el buen éxito del trabajo agrícola.
El día 3 de Mayo, se presenta en la Iglesia, donde se celebra la Eucaristía. Cada Cruz lleva el nombre de la familia que le venera. Después de la ceremonia, los portadores de las Cruces se reúnen fuera de la Parroquia, en un círculo, donde se inciensa a los participantes y se recitan oraciones. Al final, un “cantor de la Cruz”, entona los versos de saludo, que son coreados por los asistentes.
“Buenas noches, Cruz Divina”
“Buenas noches, Cruz del Cielo”
“Hoy te vengo a saludar”
“Con mi más profundo anhelo”
Terminada esta ceremonia, cada una de las familias se dirige a sus domicilios, donde continúa el rito tradicional, con la asistencia de los vecinos y familiares. Al décimo día la Cruz es llevada nuevamente al Cerro, en la noche, después de haber sido “vestida” nuevamente, para ser depositada en su lugar, con arcos de flores y luminarias confeccionadas con bolsas de papel u otros elementos, lo que da un aspecto maravilloso y sobrecogedor a esta ceremonia.
Antes de despedirse, se brinda con diversos licores, antiguamente se usaba el guarapo, licor confeccionado por los afrodescendientes, con la caña de azúcar. En algunas familias, compañías de “Bailes morenos” acompañan la ceremonia. Allí también eleva su saludo el “cantor de la Cruz”, y se retira descendiendo, según lo indica la tradición, sin dar la espalda a la Cruz.
Las necesidades que plantean los tiempos actuales en relación al trabajo de las personas que en su mayoría residen en la ciudad de Arica, hace que los dias de ceremonia que indica la tradición no sean estrictamente respetados. Muchas familias acomodan la festividad para realizarla en fin de semana, pero algunas aún cumplen con las fechas establecidas, aunque sea en los días laborables. También por desgracia, está desapareciendo poco a poco, el “Cantor de la Cruz”, ya que son muy pocos los que quedan, y al parecer los jóvenes no tienen mucho interés en en este rol, aunque sí participan en las ceremonias costumbristas.
Finalizada la colocación de la Cruz en su lugar, las familias se dirigen a sus casas, donde se da comienzo a una Fiesta, que antiguamente según cuentan, se hacía al compás de la zamacueca y la marinera, hoy se han agregado otros bailes que le dan el regocijo a los participantes, y donde se bebe y se come, en especial platos preparados a base de cordero, chivo, papas y productos de los valles.
Así finaliza esta arraigada Fiesta de la Cruz de Mayo, que tiene una parte sacra y una de celebración, y que es muy respetada por las familias de los valles de Azapa y Lluta, quienes con fe y devoción le rezan y ruegan a la Cruz de Mayo, por el bienestar de sus familias, por el éxito de sus cosechas y por que la protección divina les acompañe en todas sus actividades.
Fuentes: “Memorias orales de la cultura afrochilena” Cristian Báez
Relatos orales de familias afrodescendientes.
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